La relación poder-prensa
viene representada en la serie por las figuras del congresista Frank Underwood y la periodista del
Washington Herald, Zoe Barnes.
La relación que mantienen
ambos no es un simple romance en el que el político recibe favores sexuales a
cambio de información confidencial; Underwood juega sus cartas consiguiendo
establecer una auténtica simbiosis, de la cual ambos salen beneficiados para
alcanzar sus objetivos profesionales.
Para el congresista, la
puesta en escena de determinados informes a través de Zoe supone una vía más
que efectiva para poner en situación de jaque mate a aquellos que considere que
se interponen en su camino hacia el poder. Publicando los votos para leyes, los
proyectos de reforma, la en un principio entrometida Zoe se convierte en un
instrumento más de Frank.
La periodista aprovechará
estas exclusivas para sorprender a sus directivos y escalar puestos como
reportera. Tanto es así que es propuesta como corresponsal en la Casa Blanca
por su director, aunque esto no interesa al pacto con Underwood, en el que la
discreción es absoluta, lo que hace que Barnes rechace la oferta. La periodista
es despedida por (según el director) su carácter arrogante y desafiante, pero
encontrará trabajo rápidamente en Slugline (Zoe ya no es una reportera
cualquiera; sus artículos han hecho rodar más de una cabeza en la Casa Blanca).
La relación de ambos se
enfría conforme Frank lleva a cabo la campaña de Peter Russo, hasta tal punto
que Zoe aboga por simplificarla a una relación laboral, sin nada de sexo.
Tras la muerte de Russo, Zoe
empieza a sospechar de su conocido congresista
y junto a su compañera de trabajo Janine y su antiguo jefe del Herald,
Lucas Goodwin, dejan el periodismo convencional para sumirse en una
investigación en la que focalizan su motivación periodística y que, con Zoe
Barnes a la cabeza, están dispuestos a llegar hasta el fondo y destapar la
trama de Frank Underwood.
La relación entre Zoe y Frank se
vuelve contra este último, tras usar la prensa como un medio para deshacerse de
sus enemigos y lanzar su carrera política ve como el pequeño “perrito” que
había domesticado se hace mayor e intenta morder la mano que le dio de comer.
Frank intentará frenar y callar la investigación, por medio de la intimidación,
el soborno y llevándose a cualquier testigo o implicado en la muerte de Russo.
Resulta destacable el carácter
“anónimo” de esta investigación, realizada de forma no oficial, ya que las
teorías que acusaran al congresista serían desechadas por cualquier editor al
considerarlas una “autentica locura”. El poder político ejerce una presión aquí
sobre la prensa que inhibe cualquier intento de evidenciar su lado oscuro, controlando
claramente la opinión pública.
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