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Uno de los aspectos más llamativos de la serie es la relación que se da entre los personajes de la serie y los espectadores. Es un hecho que no suele darse en series de televisión o en el cine, pues proviene del teatro. 

Dicha relación consiste en romper esa pantalla invisible que hay entre las personas que están viendo la obra y las que la están realizando. Sin embargo, como hemos dicho, con posterioridad este efecto se acabó extrapolando a la gran pantalla.

Por lo general son reflexiones que se lanzan al público, pensamientos en voz alta o sentimientos expresados por los personajes. En el caso de Frank no es necesario el lenguaje verbal para romper la cuarta pared, es un actor lo suficientemente profesional como para conseguir expresarnos con sus gestos, de modo que con una mirada a cámara nos hará saber más de lo que saben sus "compañeros" de trabajo e incluso más que el mismísimo presidente de los EEUU.

No obstante, no es el único que se acerca a nosotros, no es el único que intenta hacernos ver qué  pasa por su cabeza. Su esposa Claire también deleitará al espectador, impaciente por recibir una píldora de información anticipada, así como por obtener un toque de sarcasmo que complazca a éste.

A pesar de que romper la cuarta pared no permite comunicar al receptor con el emisor, es decir, a pesar de que sólo hay comunicación unidireccional (Emisor -> Mensaje -> Receptor) que cierra el paso de respuestas o estímulos del espectador hacia el personaje, éste primero contesta con su fidelidad a la serie, lo que provoca la satisfacción de las cadenas que emiten House of Cards (Netflix y Canal+ entre otras), haciendo renovar a la serie con dos temporadas más por su éxito. Además, hace sentirnos partícipes del entreverado juego que lleva a cabo Frank, nos hace sentir cómplices de sus planes y empatizar así mejor con su personaje, o odiarlo más aún.


Con House of Cards no hay medias tintas. 

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