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Cuando ''los buenos'' son malos

Normalmente sabemos diferenciar el bien del mal, pero no siempre es fácil. A veces, ni el bueno es tan bueno ni el malo tan malo. En esta lista repasaremos algunos personajes muy chungos a los que queremos a pesar de todo:



1. Walter White: Protagonista de la famosa serie Breaking Bad. Es un narcotraficante mentiroso, se carga a unos cuantos (incluyendo a personajes adorables como el viejo Mike) y el ansia de poder se le va de las manos. Se lo perdonamos porque a nosotros no nos ha hecho nada, el cambio en el personaje resulta motivador, empezó en la droga porque tenía cáncer y necesitaba dinero para dejarle algo a su familia, y porque el tío es la leche, para qué negarlo. 


2. Dexter Morgan: Protagonista de la serie Dexter. Ay, Dex, por dónde empezar contigo. Dexter es un asesino en serie que presenció el asesinato de su madre cuando solo era un niño (la mataron con una motosierra, por cierto) y eso le marcó. Dexter mata porque se lo pide el cuerpo, pero realiza un cuidadoso proceso de selección antes de matar a nadie. Solo se carga a asesinos en serie, violadores y gente más mala que él en general. Por eso le queremos, qué más se puede pedir, es un tipo que “saca la basura” aunque muchas veces se ponga en peligro a sí mismo y a su familia para lograrlo.


3. Tony Soprano: Protagonista de Los Soprano, considerada una de las mejores series de la historia. Tony es el típico mafioso italoamericano, se dedica a la “gestión de residuos” entre muchas otras cosas. Él y sus chicos dan palizas y matan a tanta gente que es casi imposible llevar la cuenta (a veces sin razón aparente), su pobre mujer tiene más cuernos que un saco de caracoles, roba, extorsiona, chantajea…en fin, lo típico de los mafiosos. Sin embargo, Tony Soprano es un personaje al que es imposible odiar: cuida de su familia, de sus amigos y de sus amantes, tuvo una madre tan cruel que su comportamiento es casi justificable, cuando se tiene que cargar a uno de los suyos se nota que le da un poco de pena y le gustan mucho los patitos.



Viendo estas series y enamorándose de estos personajes, uno se da cuenta de lo subjetivo que es todo y de que, a veces, del desprecio al cariño tampoco hay muchos pasos.


Ana Ayala

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